No me siento como me debería de sentir un día como hoy. Es la Epifanía, el día en que las caras de todos se llenan de ilusión y de alegría al ver sus regalos de Reyes. Hoy es un día especial, hoy es Magia pura... Y mis sentimientos son totalmente contrarios.
Puede que me sienta así porque aún no he abierto los regalos. Pero es que mi Rey Mago está en el hospital desde la madrugada de ayer. Y aquí estoy yo, solo en mi casa, el día de Reyes. No hay nadie, los regalos están aún envueltos y solo se oye el silencio (a veces maúlla mi gato, triste)... Hoy soy apatía, no Magia.
Parecía que las Navidades me habían traído algo inconmensurablemente bonito, por fin Johann podía disfrutar de cosas de las que jamás en la vida había disfrutado. Pero bueno, como siempre digo, el destino es hábil: siempre equilibra la balanza, siempre. Me dio algo perfecto y, en Reyes, me envía una tormenta. No me consideraba nadie malo, nadie mezquino; y hoy me siento un poco así. No es por mí mismo, pero ya da lo mismo.
La vida me ha dado muchísimos momentos sin Magia, muchísimos. Supongo que a todos nos los ha dado y que siempre los de uno son mucho peores que los de los demás, y no quiero hoy caer en ese tópico... Pero puedo asegurar que yo he vivido auténticos momentos de magia negra, la más horrible.
Creo que no soy egoísta, si lo fuera no estaría escribiendo esto, pero las nubes me gritan que sí lo soy. Quizá esté siendo egoísta precisamente por esto, por escribir esta entrada y por decir que me lo gritan. No lo sé, ya no sé nada. Solo reafirmo lo que ya dije un día, que el destino se encarga de equilibrar siempre la balanza... Nos guste o no.
Ojalá la Magia que he perdido vuelva a lo largo del día, porque si no los Reyes de 2012 habrán venido con el saco lleno de carbón...
No hay comentarios:
Publicar un comentario