Vino casi recién empezado el curso, apenas habíamos tenido dos semanas con nuestra verdadera profesora (que tampoco es mala, pero nada que ver con esta genial profe). Irene, la sustituta, para mí ha sido un ejemplo a seguir. Está alrededor de los 25 años y prácticamente acaba de salir de la universidad, como aquel que dice. Desde luego se ha notado su espíritu fresco y con ganas desde el primer día. Es asturiana, aunque ha estudiado toda la carrera aquí en León y aquí ejerce también. Nos llevó al Edificio Darwin de nuestra Universidad de León, a hacer unas prácticas biológicas bastante enfocadas a la Biotecnología. Se hizo un e-mail para conectarse la noche antes del examen y resolver dudas. Nos seleccionó como mejor trabajo de Geología (el cual todavía tengo que enviárselo). Se preocupó por nosotros como ningún profesor de este curso. Es un ejemplo para todos, estoy seguro.
Tras este inciso que he querido hacer, diré que este Proyecto de las 30 canciones me está constando un riñón y parte del otro hacerlo. Madre mía, ¡qué difícil es elegir las canciones! Si era difícil la favorita, la que odias y la que te hace feliz, esta no lo es menos. Triste. Que me ponga triste... Pues, sinceramente, hay muchas canciones que me ponen triste quizá por la letra o por cómo están compuestas. Hay una canción, Coronel de (por supuesto) La Oreja de Van Gogh, que más que triste me hace reflexionar muchísimo aunque también siento un poquito de tristeza dentro de mí. Podría ser Coronel perfectamente la canción elegida... Pero no. No ha sido Coronel la canción que ha hecho que permanezca sentado en mi butaca durante todo un concierto, ensimismado y boquiabierto escuchándola, para luego en el pasaje final levantarme con una lágrima rodando en mi mejilla y aplaudir lo más fuerte que pude queriendo llevar mi alma hasta el escenario. No fue Coronel, fue Jueves (cómo no también de La Oreja de Van Gogh). Todo el Ciudad de León se puso en pie con Jueves, todo. Lloré sin abandonar el asombro que se había apoderado de mí a lo largo de toda la canción. Lloré cuando, momentos antes, había estado saltando y desgañitándome con Puedes contar conmigo, disfrutando y riéndome a carcajadas con Mi calle es Nueva York. Si hay una canción que consigue entristecerme justo después de un momento de plena alegría, esa es Jueves. Siempre recordaré el momento del concierto de La Oreja en el Auditorio y ese final triunfal con todo el público de pie...
...Pero sobre todo fue especialmente triste porque creo que todos nos pusimos a pensar en ese jueves, ese jueves 11 de marzo de 2004 cuando Madrid tembló; con Madrid, España; y con España, el mundo entero. Ese injustísimo 11 de marzo, injustísimo para tanta gente que iba un día más en el tren a trabajar, que iba en ese tren por primera vez en su vida, que iba en ese tren para comprar unas flores, que iba en ese tren para volver a casa con los suyos, que iba en ese tren por ver a la persona a quien quería... Todos pensamos en esa enorme injusticia y en los lutos y las lágrimas que no pudimos reprimir al comprender lo que había pasado, aunque, como yo, solo tuviéramos 8 años cuando sucedió... Sucedió y sucedió por los mismos, los de siempre, esos que están en la cima de un país y que se creen que pueden entrar en guerra con el país de acá o el de más allá, guerras estúpidas sin sentido de las que tan bien nos habla Coronel. Pero hoy os pido que os sumerjáis en Jueves, que sintáis esas almas que desde algún lugar nos miran a todos sonriendo, apremiándonos para que cambiemos el mundo y que no se repita aquello por lo que tuvieron que pasar. Os pido que, quizá, os entristezcáis un poco...
No hay comentarios:
Publicar un comentario