martes, 31 de julio de 2012

Día 13 – Una canción que sea un placer prohibido.

No encuentro últimamente razones mejores para actualizar que el Proyecto, así que (y aunque he querido que mi Día 13 fuese mucho antes) una semana después de mi Día 12 vuelvo a pensar en mi música. Y, que me aspen, los días que se acercan del Proyecto no son nada fáciles. Hoy, sin ir más lejos, un placer prohibido... Placer, tengo muchas canciones que me resultan placenteras pero ¿prohibido?... Realmente ¿qué se quiere decir con prohibido?... Puesto que no tengo al creador o creadora del Proyecto a mi lado en estos momentos, y dudo que pueda comunicarme con él o ella en un espacio de tiempo razonable, me tomaré la justicia por mi mano. Un placer prohibido...

Creo que ya la tengo. Como siempre me pasa, en mi cabeza se han mezclado varias posibilidades, muchas de La Oreja de Van Gogh, alguna que otra de Zahara o Fredrika Stahl... Pero finalmente he decidido decantarme por una auténtica obra de arte de un genio italiano del piano, ese instrumento que llevo en el corazón y que tan difícil me resulta dado a que mis dotes interpretativas en el instrumento de blanco y negro, considero, no son adecuadas ni de lejos. La "canción" (mejor dicho obra) es de Giovanni Allevi, cuyo álbum Alien adquirí en Siracusa, mágica ciudad siciliana, en mi reciente viaje en este mes que hoy acaba. Por si fuera poco Giovanni y Johann son el mismo nombre en diferentes idiomas, así que somos tocayos. La música elegida en cuestión es Go with the flow de su álbum No concept. Recomiendo todas las obras de este verdadero artista, pero esta en especial. Para mí, es un placer prohibido porque estas notas de piano me hacen recordar cualquier momento de mi vida pasada, y lo recuerdo siempre con una nostalgia de esas que hasta pueden hacerte llorar con una sonrisa en la boca. Miles de personas, miles de vivencias, miles de risas y de diversiones que parecían no tener fin y que lo tuvieron. Muchas cosas efímeras me vienen a la cabeza con Go with the flow. Os invito a que la escuchéis y penséis en cosas que os hayan hecho muy felices y que sepáis que van a terminar, cosas que disfrutasteis un montón con personas que queréis mucho y que ya no podéis volver a revivir, porque eso es "ir con la corriente", "go with the flow"...: no dejar nunca de vivir, de caminar en esta sucesión de circunstancias que es la vida, pero pudiendo mirar atrás de vez en cuando y sonreír con morriña al recordar el tiempo que ya no volverá.


martes, 24 de julio de 2012

Día 12 – Una canción de un grupo que odies.

Tantos días de barbecho en este tema que ya casi ni me acuerdo de cuántos. Estamos ya a veintitrés de julio y, aunque me pese, en nada va a volver a empezar la vorágine de los estudios. Por eso, ya vuelto de Italia, he decidido que ya es hora de retomar el Proyecto porque pretendo terminarlo antes de empezar el temido 2.º de Bachillerato.

No me gustan especialmente los días en los que el Proyecto me pide que desmerezca a un solista o a una agrupación, pero como veis, no me deja otra alternativa. Mi anterior desmerecimiento así en mayúsculas fue para Rebecca Black y su My moment (a la que sigo aborreciendo) y ahora me gustaría mucho poder aplastar con duras (y muchas verdaderas) palabras la totalmente asquerosa canción de Boyfriend de Justin Bieber. Por Dios, ¿alguien le puede decir a ese chico que porque se crea tres años más mayor, porque conduzca un coche vestido de canipijo y porque ruede sus videoclips en New York City con la luz anaranjada del atardecer que tan orgásmica queda en un edificio de la Gran Manzana, no va a ser guay ni a cantar algo que siga sin pitarnos los oídos? Seguro que hay bastantes personas que se lo han dicho, pero seguro que él solo ha entendido: <<Te amo Justin>>. Pobre chico, tampoco le podemos pedir mucho cuando no sabe ni si Alemania es un país, un supermercado o una marca de dentífrico. Y siempre he dicho que porque un cantante haga música que no me gusta no hay por qué desmerecerlo y meterse con él, pero he de reconocer que Bieber me saca de mis casillas.

Bueno, tras mucho pensar (porque, que digamos, los grupos suelen estar bastante mejor que los solistas en muchos casos, quizá por que nadie en su sano juicio quiera formar una agrupación con Black o Bieber) he elegido un grupo español que tuvo un hit nacional en el verano (no sé si traspasó o no fronteras, la verdad) pero que luego se fue deteriorando muchísimo. Sinceramente, el primer hit tampoco era nada bueno, pero se puso de moda y todo el mundo sabía cantar su estribillo sin sentido (cuyos acordes fueron sacados de una ópera). Nos representaron en el festival de Eurovisión de 2006, y claro, España quedó 4.ª por la cola. Este fantástico grupo del país se llama Las Ketchup. Sí, no denostaré su famoso Aserejé porque he de reconocer que yo mismo lo bailé en las fiestas de mi colegio en la categoría de play-back con unos cuantos amigos. No recuerdo si ganamos o no algún premiecillo, pero bueno. La canción que denostaré es, precisamente, esa que abanderó a España en el festival eurovisivo de 2006 que se celebró en Atenas... Y esa canción es Un blodymary. El vídeo que voy a poner es, más concretamente, cómo cantaron en directo en Eurovisión las cuatro (antes tres) componentes del grupo. Y no voy a apuntar por qué no me gusta la canción, tan solo dadle al 'play' y juzgad vosotros mismos.


viernes, 20 de julio de 2012

Ciao, Italia!

Bueno, pues ya está. Finito. El viaje a Sicilia ha tocado a su fin. Estoy ahora en Palermo, una de las ciudades en las que me he sentido más inseguro de toda mi vida. Por el día, es una ciudad como otra cualquiera, muy desordenada, mucho tráfico y mucha gente eso sí, pero bueno, tampoco algo muy anormal. Cuando la noche se cierne sobre la antigua e histórica capital de la isla, cambia radicalmente. Por las calles el ambiente se puede cortar con un cuchillo. Caminas por la calle y cruzas miradas con los viandantes, miradas de miedo e inseguridad en las que no sabes a quién estas mirando a los ojos, quizá a uno de los mafiosos más imponentes de Italia. Lo cierto es que sí da miedo, aunque tampoco quiero emparanoiarme con historietas de no dormir.

Verdaderamente, Sicilia me ha gustado. Me ha gustado mucho. Pero, si me tengo que quedar con algo... Probablemente me quedase con Siracusa, la ciudad natal del inteligentísimo archiconocido científico Arquímedes. Tampoco renunciaría ni a Noto ni a Ragusa, dos ciudades que realmente me han prendado, pero Siracusa tiene otra atmósfera diferente. El Barroco siciliano es uno de los más bonitos (aunque, cómo no, recargados) y la gente, en general, es muy mediterránea: vividora, amable, muy atractiva y sonriente. He visto paisajes que me han impresionado, he vivido momentos que ya no voy a olvidar y, por qué no, he aprendido a chapurrear mínimamente el italiano... Sicilia es una isla que ha pertenecido durante muchos años a los españoles, primero con el Reino de Aragón y luego con el Imperio Español, y aunque no valoren especialmente la cultura española (por no decir que hasta la desprecian un poquito), sí que se hacen notar algunos rasgos de nuestros casi 500 años aquí en estatuas de algunos reyes, algunas inscripciones españolas, nombres de calles en perfecto castellano o movimientos artísticos que solo afectaron al dominio hispano. La gastronomía es exquisita, por supuesto. Estando en Italia, difícil es comer mal. Pasta y pizza para todos; miles de variedades de espaguetis y macarrones, y otras tantas de pizzas... Aunque, en este viaje, yo me he decantado por los primeros en sus distintas formas.

En definitiva, me he prometido volver a Sicilia... pero en invierno u otoño, eso sí (el calor que he pasado ha sido instructor). Sicilia es una tierra bastante mágica, aunque no puedas despegar el ojo de ti mismo en ningún momento. Sicilia reúne muchas culturas en ella, reúne no pocos paisajes y un acervo cultural y artístico abrumador. Recomiendo Sicilia. Aunque, personalmente, en mi próximo viaje evitaré Catania (al menos visitaré solo las dos plazas bonitas que tiene, y me iré poniendo pies en polvorosa), la horrible ciudad de Agrigento (aunque no evitaré el majestuoso Valle de los Templos que se extiende en la colina que está frente a esta) y me tendré que pensar cuántas noches exactamente paso en Palermo. El sur es precioso, el norte también (Cefalù, ciudad cuyo nombre podría ser perfectamente el de un simpático dibujo animado de un cefalópodo creado por el afamado Walter Disney, es la perla del norte siciliano en mi opinión), y he probado la experiencia de bañarme en el mar Jónico (cuyas olas azotan el este de la isla) que es una delicia.

Pues bueno, ya es hora de meterse en la cama a dormir tranquilamente para pegarse el madrugón mañana que me llevará volando hasta Madrid, donde entenderé al 100% todas los anuncios, las informaciones y un largo etcétera; que me llevará de vuelta a mi hogareña España. Volveré a Sicilia, no sé ni cuándo ni con quién, pero volveré; estoy seguro.


miércoles, 18 de julio de 2012

La droga de la insensatez.

Sigo aquí, entre colinas y valles de Sicilia. Y, también, no puedo quitarme de la cabeza lo que ocurrió con la gran nave espacial que ya relaté aquí anteriormente, y no sé si quiera qué hace ella porque, pese a que aterrizó en Agrigento, se fue rápidamente de vuelta y no ha vuelto a dar señales de vida. En fin, supongo que cuando empiezas a arreglarte un poco, hay algo que te machaca más. Pero no quiero hablar de eso.

Hoy he hecho algo que, realmente, me ha gustado hacer. Me he regido por la máxima "si no haces algo, te arrepentirás toda tu vida" o "no pierdes nada", y cosas del estilo. No sé si sería ético poner exactamente lo que he hecho aquí, en P-êM, algo que siempre trato de hacer mágico en la medida de lo posible, por eso prefiero omitirlo y ahorrarme meteduras de pata. Pero es algo que me ha hecho tener la adrenalina a flor de piel, algo que me hizo montarme una paja mental impresionante para no llevarme a ningún lado, como siempre..., algo que pese a su casi invalidez, me gustó hacer, y gracias a lo que me sentí un poco más vivo. Soñé cosas bonitas con ello y me gustaron, pero eran demasiado bonitas como para poder llegar a ser realidad (al menos llegar a ser realidad para mí, Johann, un ser totalmente amargo en cuanto a los temas con los que, en mayor o menor medida, tenía que ver este asunto que me he traído entre manos). Y aunque la vida está llena de triunfadores, gente que ha tenido catorce mil personas a sus pies, que ha hecho prácticamente de todo a cierta edad y que es, a todas luces, mucho más experta que yo; hoy me he sentido un poquitito el centro de una vida más que la mía propia. Y, por supuesto, no ha sido así ni de lejos, pero ahí se queda lo sentido, guardadito dentro de mí; aunque también se queda la certeza de saber que lo sentido no se asimila a lo real.

Y hay gente que se empeña en decir que lo hace casi todo bien. Y hay gente que se empeña en decir que no se dan cuenta cuando lo hacen mal. Y hay gente que se empeña en no reconocer los errores que llevan a un punto determinado. Bien. Yo hoy reconozco que he hecho algo insensato, irracional y pasionario. Puede que haya sido un error, tampoco sabré nunca si ha sido un acierto. Pero me ha gustado la experiencia; supongo que eso es lo que cuenta.

martes, 17 de julio de 2012

Está de moda ser fuerte, decir que estás destrozado por dentro y que, pese a ello, siempre le das una sonrisa al mundo.

Un dinosaurio me recomendó venir a Italia para olvidarme de todo, para dejar en barbecho mi mente durante un buen espacio de tiempo y poder realmente relajarme de todo lo vivido durante el curso. Y aquí estoy, en una villa preciosa en el medio del campo siciliano, disfrutando de la belleza inconmensurable de esta joya del Mediterráneo. Varias ciudades he visitado, me he prometido volver a unas cuantas e incluso me he planteado con quién hacer el próximo viaje a ellas. Ciudades y lugares que me han cautivado totalmente como Siracusa, Noto y Ragusa. Urbes con un encanto más que especial, que me han hechizado como me hechizó Asís, allá por 2008, cuando vine por primera vez al país ítalo.

Y, siguiendo la recomendación del dinosaurio, me estaba olvidando de todo, menos de él, de unas frutas perdidas por la huerta y un par de amigos más. Y cuando estaba todo en calma dentro de mí, así, como de la nada, aterrizó en Agrigento (ciudad realmente horrible, solo se salva el Valle de los Templos, que es una exquisitez para la vista, y que está muy a las afueras) una nave espacial gigantesca, que me cegó totalmente con su luz. Venía de algo más lejos que el espacio universal sideral conocido y traía mensajes, palabras y montones de letras que, aparentemente, no significaban nada. Sin esfuerzo apenas, se fueron ordenando poco a poco hasta formar pedazos de información totalmente claros y directos, que venían hacia mí. Y, si varias veces afirmé que al mundo actual no lo entiendo, ahora se me cayó todo por su propio peso. Digamos que, había enriquecido esa misma nave espacial con millones de alhajas procedentes de los rincones más inhóspitos de la Tierra, había intentado hacer de ella algo parecido a un hogar cálido en el que siempre poder refugiarme, pero pese a ello, la nave espacial nunca había querido albergarme en su seno por más de unos pocos minutos. Tuve mis problemas con ella, hasta que decidí dejar de alimentarla de carburante y combustible como siempre hacía para, al menos, ahorrarme disgustos cada vez que no me dejaba traspasar sus compuertas para cobijarme bajo su techo. Curiosamente, la nave se comportó de maneras totalmente extrañas y casi opuestas, dejándome sin un hálito de entendimiento, hasta que me di cuenta de que me había mareado tanto y me había llevado tantos chascos sin razón alguna, que ya me daba igual que no quisiera tenerme. Había encontrado otras naves diferentes e incluso más ricas y más grandes que sí querían guardarme y yo, tan obsesionado por intentar ganarme la gran nave, las había ignorado sin querer. Decidí entonces preocuparme un poquito más por esas naves espaciales que me ofrecían mundos distintos y no menos acogedores en su interior. Pero, así, de pronto, la gran nave volvió, como os dije, aterrizó a unos kilómetros de Agrigento, en Sicilia, para recriminarme que la había abandonado y que ella estaba siempre dispuesta, que si había hecho algo mal lo había hecho sin querer, y que ella tenía razón porque era muy experta en esos temas, y porque bla bla bla bla... Me quedé tan desesperanzado que no supe ni siquiera qué hacer. Respiré hondo y traté de olvidarme otra vez de todo..., una vez, y otra vez, y una más... Pero no logré hacerlo, todo seguía dándome vueltas en mi cabeza, como un gran torbellino del espacio tiempo que no paraba de remover en mi cabeza lo sucedido con la gran nave espacial. Y claro, son naves espaciales, tampoco pueden hablar como yo estoy relatando, pero yo sí que puedo ver lo que quieren decirme...

Y, estoy más perdido que una aguja en un pajar. No sé qué hacer. No sé por qué el mundo se empeña en darme la espalda una y otra vez, y porque yo le enseñe el culo también, no es posible que dé una a derechas. Pero bueno, será que es mi karma, mi destino, o mi carta de astrolabio personificada, yo qué sé. Y ahora está de moda eso de pasarlo mal en casa y luego mostrar una sonrisa al mundo, de ser un desgraciado y tener los mil males y ser muy positivo y quejarse solo en estados de Tuenti, o en tuits en Twitter, diciendo cosas que conmueven el alma. Pero yo ya me cansé, y no voy a negar que quizá seguí la moda pensando que me venía como anillo al dedo, que lo pasé mal en la época de querer conseguir esa gran nave espacial... Pero ahora no necesito decir que no estoy bien, pero tampoco estoy mal. Solo estoy tremendamente desorientado, ciego y sin lazarillo. No sé si estoy caminando hacia un precipicio infinito o hacia el palacio más bello que jamás se construyó.

viernes, 13 de julio de 2012

Hoy no me puedo levantar.

El día 5 de junio fui a ver el fantástico y asombroso musical Hoy no me puedo levantar. Y he tardado tanto en escribir este testimonio en P-êM porque he estado disfrutando cada segundo con sus recuerdos después de haberlo visto. Qué genialidad, qué perfección, qué grandísima obra de arte. Todo es perfecto en Hoy no me puedo levantar. La historia, los sentimientos, los personajes. Risas, lágrimas, canciones, saltos, gritos, hay espacio para todas las emociones que te puedas imaginar en este musical.

Madrid, 1981, Mario y Colate salen de su pueblo a Madrid, en busca de una vida diferente. Franco ha muerto hace poco más de cinco años y España respira libertad. Madrid, como centro, empieza a gestar un movimiento cultural y social que permanecerá escrito para siempre en la Historia: la Movida, la Movida Madrileña. La Movida que tantas cosas hizo y tan diferentes. Los años 80, que fueron los más representativos. Mario y Colate consiguen trabajo en el bar 33, conocen a Anselmo, a María, a Panchi, a Guillermo. Hoy no me puedo levantar es un fiel reflejo de la sociedad ochentera, los 80 en carne viva: artistas que dejan su grupo de toda la vida por fama y dinero, gais que empiezan a atreverse a vivir el amor como lo sienten, travestis que salen a la calle vestidos como realmente les gusta, chicos despistados que caen irremediablemente en las drogas para acabar contrayendo enfermedades incurables... La música, el amor, Madrid..., envuelven todo bajo su perspectiva y su escenario. Y todo se hila gracias a las canciones del grupo español más exitoso de todos los tiempos, un grupo que marcó el pop español y que resumió toda la Movida Madrileña en sus canciones: Mecano. Ana Torroja y los hermanos José y Nacho Cano dibujaron con su música toda una era, su música exacta, sensual, certera, reivindicativa, suave, extraña y, sobre todo, bonita. Mecano, para mí, tiene un gusto excelente al conjuntar letra y acordes de un modo inteligente que solo ellos saben hacer, para que Ana termine de darle ese toque con su voz más que particular. Hoy no me puedo levantar se concibe para homenajear a este mitiquísimo grupo español de los 80. Canciones como la propia Hoy no me puedo levantar que da nombre al muscial, Cruz de navajas, Aire, Mujer contra mujer, Vivimos siempre juntos, Un año más, El 7 de septiembre..., que hicieron de Mecano el éxito en mayúsculas no pudieron faltar en esta perfecta obra musical que, gracias a estos temas, se acerca al público y nos mima con los acordes y las letras tan sentidos.

Y es que Hoy no me puedo levantar nos enseña mucho. Aparte de todo el bagage cómico que lo acompaña, tiene un fondo realmente instructor. Es capaz de llegar al último recodo de tu corazón para estremecerlo de un batacazo, para enseñarte cosas que ya sabías y cosas que realmente es importante tener en mente. Te enseña a nunca abandonar a los tuyos, aunque haya personas y oportunidades que parezcan más golosas, porque cuando te des cuenta de que los abandonaste, te verás vacío. Te enseña que los amigos de verdad siempre estarán ahí, aunque les hayas hecho daño, aunque les hayas abandonado, aunque te hayan perdido. Te enseña que no hay por qué esconderse, que aquellos que te quieren de verdad serán capaces de cambiar por ti y de verte tal y como eres. Te enseña que hay que mantenerse firme en ciertos casos, seguro de sí mismo, que Madrid es un cúmulo de oportunidades pero también de infortunio, que hay que andar con pies de plomo para no caer al precipicio. Te enseña a perseguir tus sueños, cueste lo que cueste, con constancia y con tesón, creyendo en ti mismo, aunque tengas obstáculos... Creo que todos deberíamos verlo, porque a muchos estoy seguro de que les abrirá los ojos. No creo que Hoy no me puedo levantar deje a alguien indiferente, porque realmente es un musical demasiado impresionante, abrumador, bonito, espectacular, especial... BRAVO.

Vedlo, por vosotros, por los que están a vuestro alrededor... Pero sobre todo por vuestro corazón: para darle un deleite y para que le permitáis que grite lo que de verdad siente por un momento.