sábado, 2 de febrero de 2013

Solidez.

Ayer empezó febrero. No es más que otra fecha, pero Peut-être Magic ha estado más muerto que vivo desde septiembre para acá... Cuando empecé con este blog, en enero de 2011, me prometí que no dejaría ningún mes sin entradas; octubre y noviembre de 2012 se quedaron sin representación de mí aquí. Pero, lo más importante, ni siquiera me pasé por aquí el día 5 de enero de 2013 para felicitar a mi querido blog su segundo año de vida. Dos años ya conmigo, (dentro de poco dos y un mes) pero ni siquiera un recuerdo para él. No voy a mentir, me acordé el día 7 de que no había conmemorado los dos años de P-êM y tampoco me pasé por aquí ese día... Ni ese ni ningún otro de enero, dejando el mes del cumpleaños de P-êM vacío también. Pedí al año nuevo en mi anterior entrada que me trajera más inspiración (y tiempo) para poder regalar a este sitio que considero una extensión de mi corazón más textos que dejar plasmados, sin más... Está visto, y no solo por esto, que el esperanzador 2013 no nos ha regalado (de momento) las cosas que le hemos pedido. Alguien dijo una vez que las expectativas altas son la madre de todas las decepciones.

¿Por qué vuelvo hoy, en febrero?... Lo cierto es que por nada en especial, pero sí algo en particular. Una buena amiga (tan mágica o más como el nombre de este blog y con una luz que, no sé cómo lo hace, siempre acaba por iluminarme) me dijo que se le hacía raro no ver nada nuevo aquí, bajo estas cuatro paredes que son los límites de la pantalla del ordenador. Antes solía renovar el ambiente de P-êM tres veces por mes mínimo..., y ahora rara vez abro el ordenador y se me ocurre pasar por aquí. Es triste. Di una razón, sin embargo. Una razón que justificaba mi abandono; que ya no estaba muy seguro de lo que pensaba, que había algo raro en el ambiente.

El mundo está raro. Más bien el mundo que yo creía conocer lo está. He hablado ya varias veces aquí con pesimismo de mi vida, de mis cosas... Pero ahora es en general, las cosas están revueltas. ¿Qué pasa? Hay cosas que no llego a comprender del todo, mi mundo está mudando y no sé cómo saldrá de esta metamorfosis. Quizá sea que la mayoría de la gente que me rodea está a pocos centímetros de la puerta de la mayoría de edad y que yo apenas me he acostumbrado a tener diecisiete. No lo sé. Lo que sí sé es que poco a poco el tiempo está erosionando la meseta sobre la que mi yo y mis circunstancias se asentaban, y espero que no acabe por convertirla en una llanura y que todo se desparrame a kilómetros a la redonda... Muchas veces intento excusar la situación con malas excusas, otras me comporto de una manera extraña que intento justificar injustificablemente y otras, simplemente, no tengo ni puta idea de qué cojones pasa ni de qué cojones hacer. Quizá era este el fin del mundo del que hablaban los Mayas. El fin de un ciclo que revolucionaría el mundo y, con él, la gente. Quizá el 21 de diciembre de 2012, cuando el invierno escurrió los últimos días del 2012 para reinar durante todo el principio del 2013, un aura diferente invadió a la Tierra y cambió su idiosincrasia. Ya no lo sé. El caso es que el mundo está raro. Y cuando el mundo está raro uno tiende a refugiarse en el pasado y en el futuro, recordando momentos de risa y previendo grandes días que vendrán..., pero lo que verdaderamente importa es el presente: no podemos vivir en el pasado y el futuro nos alcanzará antes de que nos hayamos dado cuenta. Pero hoy mi presente está un poco descompuesto, fluido y algo desgastado. Necesito un hoy algo más sólido, necesito una cotidianidad consistente, bien cimentada al camino ya andado y con suficientes propiedades como para hacer de base para el futuro camino que creo día a día. Necesito, creo, un poco más de solidez.