martes, 12 de julio de 2011

La rojigualda en Sudáfrica.

Hace un año la Selección Española de Fútbol se convertía en campeona del mundo. No podemos negarlo, aquel día todos fuimos mucho más felices... Todos. El mundial logró que, al menos por un tiempo, nos olvidásemos de todo lo malo que estaba aconteciendo y que nos centrásemos en eso, en nuestro equipo. El mundial de 2010 fue un campeonato muy singular: el primero de la década, el primero celebrado en África, el primero en el que la selección ganadora pierde el primer partido... Pero, sobre todo, el primero que España ganó. Fue, para nosotros, el mundial más mágico de la Historia. Un hito, un auténtico hito. Nuestros jugadores, nuestro entrenador con la humildad como bandera. Pienso que esto ha sido uno de los mejores valores de los ganadores, algo por lo que sí se merecen el calificativo de campeones.
Recuerdo que, entre la euforia de la victoria, dediqué una entrada en el obsoleto blog de 13. TRECE (linkeado arriba). Viví el momento genialmente, con mi <<prima>> Laura y demás amigos. La plaza de Santo Domingo estaba irreconocible, totalmente. No se veía un ápice de pavimento o de la fuente redonda del medio... Nada. Todo era rojo o rojigualda, el espíritu pasional había inundado literalmente la plaza. No fui a Guzmán, pero imagino que estaría prácticamente igual. Banderitas de España pintadas en la cara, grandes banderas ondeando al suave aire veraniego... Algo que nunca antes, jamás se había vivido. Un momento tan mágico, que la Magia no se contuvo más y explotó.

En fin, un pequeño guiño al día en que vivimos un sueño... Ahora me volveré a cabrear con la meteorología leonesa. Esto ya es sevicia, por favor. Una lluvia desde las cinco de la mañana que no ha parado hasta las dos y media... Las tormentas de verano suelen ser rápidas. Un frío que parecía octubre más que julio... Las tormentas de verano suelen ser bochornosas (ahora, que casi me alegro de que fuera una tormenta fría, porque odio el calor húmedo de bochorno). Pero con esto del tiempo no hay otra opción que ajo y agua, no podemos hacerles cosquillitas a las nubes para que se vayan a otro lado... Aunque no sería una mala opción (soñar es gratis).

Nos falta poquísimo para irnos a Berlín y tengo muchísimas ganas de que llegue el día antes por la noche. Como ya dije en una de mis anteriores entradas, muchas veces (no todas), es mucho más excitante el momento de justo antes que el momento en sí... Siempre que voy a tomar un vuelo hacia mi destino vacacional, esa noche tardo muchísimo en dormirme. El corazón me late a dos mil por hora y mi cabeza se hace imágenes preconcebidas de como será el lugar, pese a que luego siempre son casi opuestas... Estoy completamente seguro de que tanto la noche anterior como el viaje van a ser muy mágicos. Seguramente, lo más mágico del verano...

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