martes, 19 de julio de 2011

Casi rozo el aire berlinés con mis yemas.

Así es, estoy a unas horas de marcharme a Berlín. Y estoy pletórico. Pero no como cuando hice la entrada después del concierto de fin de curso del Conservatorio, no. Esto es diferente...

Tengo unas ganas locas de ir a Barajas y encontrarme con mis primos, unas ganas locas de subirme al avión hacia Berlín, unas ganas locas de aterrizar... Unas ganas locas de turisteo, pateo, turisteo, pateo con tropecientos millones de foto (bien lo sé yo)... Unas ganas locas de un viaje magiquísimo a la capital de Alemania.

Quiero decir tantas cosas que no encuentro palabras. Sé que hoy voy a tardar siglos en dormirme, porque siempre es así la noche antes de salir de viaje. Pero bueno, me lo pasaré bien tapadito en mi cama, en vela, todo oscuro, imaginándome los momentos en el aeropuerto, los momentos en el hotel, desayunando, los momentos caminando por las calles de Berlín, las cenas (uno de los momentos más mágicos, para mí, de los viajes) en la noche estrellada berlinesa... Tantas y tantas cosas que, al final, mi cerebro se cansará de imaginar y se acabará durmiendo...

Y como no sé nada más que decir, diré cosas a la vuelta. Entonces sí que tendré que decir millones y millones de cosas. Un resumen que, también como siempre, me parecera ínfimo para transmitir todo lo que habré sentido.

Así me voy a la cama, esperando una noche larga y una jornada de siete días en los que la Magia no parará de acompañarnos, de aguardarnos en cada esquina... En cada esquina de una ciudad europea llamada Berlín.

1 comentario: