Auténtico pavor, puro y duro. Ayer estuve figurándome eso de dentro de dos años (es decir, nada) la universidad. Y de repente me entró un miedo y una frustración del quince. Quise que se quedase estancado todo en la actualidad, que siguiera pasando el tiempo y eso, pero nunca abrirse al mundo. Me entro una comezón impresionante: dejar de ver a buenos amigos con los que, quizá, no te vuelvas a ver en mucho tiempo. Dar un vuelco de 360 grados a tu mundo. ¡¡Buff!! Sentí verdadero pavor, pavor por el futuro. Decisiones que son muy importantes, y muchas veces tomas aquellas que son equivocadas y que te marcarán para el resto de tus días. Muchas veces me planteé un futuro, pero no estaba en las circunstancias en las que estoy ahora y me parecía bonito y de color rosa. Ahora me sentí al borde de un enormísimo precipicio del que no se veía el final...
Por eso, me tranquilicé. Me dije: <<Lo único de lo que te tienes que preocupar es de mañana, de tu futuro inmediatamente posterior. Ya habrá tiempo de comerse la cabeza y de llorar pérdidas, ahora vive el momento>>. Porque lo que de verdad importa es disfrutar del día a día, dejar de aventurarnos al futuro porque muchas veces es hasta nocivo. CARPE DIEM. Vivir el momento con quien tu quieras. Solo así serás capaz de saborear tímidamente la Magia... Aunque solo sea con la punta de la lengua.
Bufff, se me hace más que familiar esto...pero a mí me pasa incluso pensado en este año! y es que digo "venga, sí, que los cambios son buenos, para romper con la rutina, bla bla bla" pero cuando todo cambia, y da una vuelta de 360º grados, como has dicho, echo de menos lo que ha cambiado ¡¡¡y agobiooooooo!!!
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