A cinco días de la gran depresión, escribo. Faltan cinco días (en apenas dos horas faltarán solo cuatro) para que Mrs. Routine se haga de cuerpo presente otra vez en nuestras vidas. Yo la veo como una señora algo mayor, con gafas apoyadas en las aletas de su nariz, que para mirarte de cerca tiene que subir su cabeza, dándole sin querer unos aires de superioridad. La veo erguida y muy alta, con un moño perfectamente recogido. Es muy necesaria y te aprecia, pero su vuelta se hace dura... Sin haberla visto durante tres meses te has acostumbrado a no tener que cruzártela todos los días, y ahora debes convivir con esta señora. Pero, al final, te acabas haciendo a ella porque tú también la quieres y la necesitas... Aunque estás deseando siempre que estás con ella que se vaya lejos y que no vuelva. Así es Mrs. Routine, alguien hacia quien experimentamos un complejo amor-odio.
Sigo con mi harrypotteritis: hoy me estuve documentando sobre la infinidad de hechizos y encantamientos (que no es lo mismo una cosa que otra) que existen. He descubierto que algunos, como el Flipendo, han sido inventados para los videojuegos de Harry. Otros como el Desmaius, han sufrido una traducción al castellano de su original inglés (Stupefy en este caso)... Y demás curiosidades sobre esa Magia con todas las letras que sale de las varitas de los magos cuando pronuncian estas complicadas palabrejas. A raíz de esto me han entrado unas ganas increíbles de ponerme a escribir y a crear un universo complejo, una historia original y diferente. Obviamente nunca podré llegar a hacer lo que ha hecho Rowling con su pequeño Potter, pero quiero inventarme una mágica novela compleja. Y me frustro porque ahora mismo no se me ocurre nada. Tengo en el cajón de proyectos una novela de la que tengo escrita unas trescientas páginas y que aún no he acabado, pero ahora el tema me parece bastante aburrido y baladí. Quiero comenzar de cero y construir un entramado de tramas (valga la redundancia) al mismo tiempo que intente encender la Magia a través de las palabras. Dicen que la inspiración ha de pillarte trabajando, que hasta los grandes escritores tienen pavor al folio en blanco... Pero late en mí una Magia que solo puede salir de él en forma de novela, de novela trabajada y bonita. Sí. Con borrador, con apuntes, con garabatos. Una novela repleta de Magia y de mágicas vivencias. Quiero escribir, he dicho.
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