Hoy, 24 de junio, es San Juan (Bautista, ya que Santos Juanes hay unos 546875 en el calendario): mi santo.
Verdaderamente, estoy orgulloso de mi santo... A ver, quiero decir que es una fecha mágica. Y eso no lo digo yo. Se ha venido diciendo desde culturas tan antiguas como los celtas. La noche de San Juan, el año nuevo celta, el inicio del verano, el día más largo de todo el año... Llámalo como quieras, pero es una de las noches más mágicas del año (por no decir la más mágica de todas). Un claro ejemplo de ello es la Hoguera de San Juan, mágica Hoguera de San Juan, en la que cada uno tira escrito en un papelito aquello que quiere que pase.
Normalmente yo nunca me quedaba en León por San Juan... Siempre íbamos con varios amigos de diferentes puntos de la geografía española a una playa de Asturias para quedarnos a dormir allí. Recuerdo esas noches de San Juan especialmente, Magia pura (como tantas veces he dicho). Al caer la noche, encendíamos una hoguerilla, nuestra Hoguera de San Juan, en la que echábamos todos nuestros deseos... El cielo nocturno despejado, lleno de estrellas, sin Luna a veces, otras con Luna llena... No se hacía completamente de noche hasta pasadas las 23.00, nunca. Ahí comprendí cuán largo era el día más extenso de todo el almanaque. Luego, dormíamos en sacos de dormir, sin tiendas, tumbados a la intemperie en la mullida (o a veces bastante poco maleable y deformable) cama que formaba la arena... Siempre se metían algunos granitos de arena en el saco para fastidiarte un poquito, pero bueno. Se dormía bien, muy bien, oliendo a mar y oyendo el ir y venir de las olas, como una nana del verano, como una bocanada de Magia de San Juan... El despertar era también especial y mágico. Alrededor de las 6.00, la luz del astro rey ya no te dejaba dormir más y, simplemente, te despertabas con un súbito abrir de párpados. El cielo azul claro, clarísimo, despejado, quizá algún trazo de nube muy fino por aquí, pero casi nada... Siempre era uno de los primeros en despertarme y me daba un baño mañanero con el agua gélida. Me encantaba bañarme tan pronto, nadie en el agua, nadie en la playa... Soledad y silencio: Magia. Únicamente la naturaleza y yo, nadie más... Luego el día iba avanzando y el ambiente iba perdiendo su Magia... La gente llegaba a la playa, el Sol se hacía algo insoportable... Y tocaba recoger e irse a casa.
En fin, la noche de San Juan... ¡Qué noche! Noche mágica, noche especial, noche corta, noche veraniega... La noche de San Juan... Mi noche.
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