martes, 21 de febrero de 2012

Yo disfrazo, tú disfrazas, él disfraza...

Pensé que cuando P-êM cumpliera un año y las fiestas ya se repetirían (ya tengo un testimonio del Carnaval del 2011 aquí, si indagáis en el archivo...), se haría más aburrido y me emocionaría menos hacer las entradas. Pero no es así. Este Carnaval ha sido, hasta la fecha, el mejor de mi vida, mucho mejor que el del año pasado. Sí, es cierto que nos echaron del garito injustamente y que luego se hizo un poco el desmadre, pero la hora que pasé en el piso de arriba del Colonial con mis mejores amigos fue algo que jamás olvidaré...

...Pero la nostalgia me atrapa al pensar que este es el penúltimo Carnaval en el que estemos todos juntos. Y no me refiero a que, en 2014, no vayamos a reunirnos todos y hacer un fiesta en Carnaval (que, sinceramente, lo veo muy complicado) sino que ya no compartiremos el día a día con las personas que nos han visto crecer y que han participado bastante más que cualquier otra gente, en nuestra formación como personas. Uno más y se acabó. Como tantas otras fiestas que, en 2014, tendremos que aprender a vivir separados y no juntos del todo. Y, como tantas veces he dicho, no sé si me quedaré aquí o me iré fuera pero aun así da igual; muchos se van y pocos se quedan. Viviría igual esta soledad parcial en la urbe de la legión romana que en cualquier otra. Porque me faltará alguna pieza en la vida cotidiana. Y sé que lo voy a pasar mal...

...Por eso pido al destino, tan sabio, que me regale momentos extraordinarios en lo que nos queda de preuniversitarios. Que me regale vivencias más que bonitas al lado de personas a las que rompo a llorar con la idea de perder. No pido dinero, ni amor, ni esas fantochadas con las que muchas veces nos obsesionamos y traen desgracias. No. Solo pido tardes, noches, fiestas, sensaciones, risas, emociones... Con ellos, los que lo saben todo...





 



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