¿Es bueno llorar? Por una canción, por una película, por un abrazo... De emoción, de alegría, de tristeza, de dolor... Solo, acompañado, tumbado, de pie, con angustia, livianamente...
Las lágrimas las segregamos continuamente, gracias a lo cual nuestro ojo puede mantenerse hidratado. Ahora bien, cuando estamos diferentes y solo podemos expresar algo deformando nuestro rostro y desperdigando esas gotas que nos humedecen los ojos, las lágrimas no siguen su recorrido habitual y se decantan por cubrir la vía que nuestras mejillas les dejan abierta.
Llorar relaja. Te despoja de toda la tensión, o la acumula en el lloro para luego dejarte flotando y libre como una pluma. Llorar es bonito. Sí, ¿por qué no? Llorar con una película es el mayor regalo que le puedes hacer a su director, llorar por alguien casi siempre denota un amor cercano al infinito, llorar de alegría significa que reír no es suficiente... Llorar es necesario. Asevero que nadie pasará por este mundo sin romper alguna vez a llorar, sin dejar que ese agua que es nuestra nos refresque los pómulos. Nadie será capaz de no emocionarse, de no sentir un nudo en la garganta que solo puede deshacerse con el llanto.
No estoy triste. Tampoco alegre. Solo que antes de escribir esto he llorado; primero con una película. Luego he sentido unas extrañas ganas de seguir llorando y he empezado a escuchar canciones, después a ver fotos y más tarde a pensar en mi vida y todo aquello que me rodea: a quiénes quiero y a quiénes adoro, a quiénes he perdido y a quienes espero no perder nunca. Y he llorado largo rato.
No sé si quedará alguien que piense que llorar no es de hombres, y aunque es una reflexión bastante fuera de tono en P-êM, hoy lo digo. Llorar es de hombres, si por hombre entendemos ese ser humano del sexo masculino que afronta los peligros, que es valiente y no tiene miedo de amar a sus amigos y a sus amores. Llorar es de hombres, como también lo es de mujeres. Ese ser humanos del sexo femenino que tantos siglos de opresión ha soportado y que hoy demuestra que se es más valiente al llorar con la cara descubierta.
Os invito a llorar hoy, y que veáis qué sentís. Inspiraos viendo una exquisita película, escuchando una emocionante canción o recordando unos perfectos momentos con personas increíbles. Cuando sintáis la primera lágrima rompiendo la sequedad de vuestras mejillas y sintáis su sabor entre dulce y salado cuando llegue a la comisura de vuestros labios, entonces, solo entonces, os estaréis empezando a sentir como hoy me he sentido. Magia, risas y lágrimas. Magia, dulzor y amargura. Magia, quizá Magia...
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