Hoy he descubierto (bueno, en realidad ya lo había descubierto hace bastante tiempo, pero hoy es cuando decido relatar sobre ello...) que me encariño con las personas fácilmente. Sí. Cojo cariño a la gente muy rápido... Bueno, tampoco os vayáis a creer que veo a la gente por la calle y ¡zas! le cojo cariño... Eso no, pero bueno... Siempre que conozco a alguien que me da buena espina, le cojo cariño... Igual luego no me cae bien (no suele pasar, mi intuición es bastante fidedigna), pero tengo una cierta estima hacia la persona. Y a veces es fastidioso, porque resulta que igual te encariñas con personas que jamás vas a volver a ver en tu vida (al menos en la vida que vives ahora, quién sabe si luego te reencarnarás en alguien que conozca a esa persona... ¡JODER CÓMO DESVARÍO!) y eso, al final, duele un poquitín. Seguramente pasado un tiempo la cariño-melancolía ya no te bombardee cada dos por tres, pero cuando, de pronto, te acuerdes de esa persona, también recordarás ese cariño, esa estima que pica dentro...
En fin, la psicología humana es tan rara, que a veces resulta hasta normal... La magia de la vida humana, esa magia...
Aunque nada tenga que ver con lo de arriba, diré que siempre tengo una canción en la cabeza... Soy una de esas personas totalmente musicales. No puedo vivir sin una canción sonando casi continuamente en mi cerebro. Cuando voy por la calle solo, la vocalizo y la canto... Y suelo tener una cada cierto tiempo... La voy cambiando... Ya sea una actual, como las notas de la mano derecha de una clásica al piano... Y, no precisamente hoy, pero este vals ha estado en mi cabeza durante mucho tiempo, y sospecho que sus acordes repiquetearán en mi cerebro durante toda mi existencia... Es Chopin:
¡Viva la música!
La música es magia, cada vez estoy más convencido de ello...
Yo estoy absolutamente convencida de que la música es magia, y no una magia cualquiera, la más mágica de las magias.
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