Algo que no entiendo y que escapa a mi comprensión. Espero dejar de lamentarme por casi todo, pero es realmente lo que me inspira estos últimos días. Hoy es San Juan; ayer fue la Noche de San Juan. Fiestas en León y mi santo (Johann es Juan). Ya sabía lo que me esperaba, como todos los años no cambió el panorama en absoluto. Solo que no me sentí ni siquiera como en una fiesta normal. Estaba, de nuevo, desplazado. Todo el mundo tenía su sitio, si no era emborrachándose como una cuba, era morreándose con el primero que pasaba; y si no eran las dos cosas a la vez, estaba hablando, haciéndose el seductor, encontrándose con amigos que hacía tiempo que no veía. Esto último sí que puede ajustarse a mí, porque me encontré con M. (Ah, Money, we all know we love it),y demás tropa, lo que me hizo verdaderamente muchísima ilusión. Pero no. No hubo San Juan para mí. El día grande de las fiestas de la ciudad de León, dedicado al primo de Jesucristo, San Juan Bautista, tuvo a uno de sus tocayos bien lejos.
Todos se lo pasaron de perlas, y yo hubo un momento en el que adiviné esa diversión, al principio de la noche (que tampoco estuvo carente de sus peripecias). Todos disfrutaron de mi santo. Yo no. Yo me llamo Johann, Juan. Y es una evidencia más de que me trajeron a un mundo equivocado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario