sábado, 1 de diciembre de 2012

Mis ganas incesantes de llorar.

Septiembre. La entrada que precede a esta en P-êM es de septiembre. Realmente nunca creí que abandonaría de esta forma esta bitácora, este espacio de la blogosfera que siento mío y que hago mío con mis pensamientos y mis pareceres, sin pretender nada salvo desahogarme. Jamás imaginé que octubre y noviembre quedarían en blanco sobre el recuento de entradas de mi querido blog. Pero así ha sucedido, y debo pedirme perdón a mí mismo, ya que Peut-être Magic es un lugar que me ayuda aunque él no lo sepa.

Hoy es día 1 de diciembre, primer día del mes de mi cumpleaños (que apenas llegará en cuatro días) y que no se presenta como cualquier otro diciembre, en el que suelo estar contento y feliz por la llegada de mi cumpleaños. Varias veces me he quejado ya sobre la cercanía de los 18 y ser mayores de edad (aunque aún tengo 16, pero bueno, poco les quedan), y hoy no he vuelto al cálido abrigo de P-êM para volver a expresar mi descontento con ser adulto en tan solo un año. Hoy he venido aquí para gritar, chillar y desahogarme, para quitarme un peso de encima que llevo varios días cargándome...

No estoy agusto con mi vida, no estoy agusto con la vida. Siento que aquellos que están a mi lado piensan muchas cosas que no dicen, siento que estoy haciendo miles de cosas mal y que no me doy cuenta. Siento que cada paso que doy intentando buscar la sonrisa de mis personas más queridas, es un paso que doy para alimentar un pequeño pero latente rechazo hacia mí. Quizá mi personalidad tenga un pequeño resorte de inadecuación al mundo, de inadecuación al género humano que tan pocas veces he llegado a comprender. Personas con las que me siento muy identificado, y a las que no quiero otra cosa sino regalarle el más sentido aliento de mi corazón..., pero tal vez deba considerar la posibilidad de que ellos no quieran sentirse identificados conmigo y no deseen ese pedazo de corazón que les entrego. Quizá se está formando tras de mí una nube de animadversión que un día se hará tan grande que solo podrá nublarme la vista e, igual, dejarme ciego para siempre... O también pueden ser todo conjeturas mías, imaginaciones que mi cabeza hace y que aquellas personas no merecen, tontas conclusiones que saco de una situación tensa de risas que noto falsas. Puede que todo sea una ilusión causada por no se qué maldito agente en mi cabeza, pero tengo miedo, mucho miedo. Miedo a perder, a perderlos a ellos, a quienes me han dado la fuerza para seguir, quizá no desde siempre, pero ahora necesarios para mi vida, tan necesarios como el comer. Miedo a no saber actuar bien, una vez más. Miedo a...

Mi impotencia se levanta sonriente y triunfante sobre mi tímido e indeciso corazón, que no sabe si latir en una dirección o en otra. La mentira criticada será, quizá, el pan de cada día, y yo me alejaré de mi propio yo conformado; o estaré tan equivocado, que mereceré rayos y truenos por pensar esto que pienso. El destino es aciago, se mire como se mire. Y la vida te empuja a vivir, sin darte un espacio de tiempo inexistente como tregua, para pensar qué puede estar pasando, qué puede estar fallando, por qué tu vida no está llena de sonrisas y cada vez tiene más lágrimas. Tal vez son temporadas, deseos del Destino que, con sus enormes y meticulosos dedos, enreda nuestras vidas y las torna nostálgicas donde antes eufóricas...

Hoy es el primer día de diciembre, un mes de Magia y cambio. Hoy es el primer día de diciembre, pero no el primer día de mis ganas incesantes de llorar.

1 comentario:

  1. Hola, Johann. ¿Estarías interesado en hablar de este blog y de los demás en Radio León? Todavía tiene que darme de paso Chechu, el director del programa, pero si estás interesado escríbeme lo antes posible a chaobeta arroba gmail punto com
    Gracias

    ResponderEliminar