domingo, 24 de marzo de 2013

Trixiecidades.

Está visto que no consigo yo realizar este deseo que tengo de mantener mi pequeño blog al día de mi vida, pero supongo que desde que P-êM comenzó su declive no ha remontado, y desconozco si lo hará o no. De todos modos, no he venido hoy, 24 de marzo de 2013, a hablar sobre lo olvidado que tengo a esta porción del ciberespacio. Hoy vengo aquí a hablar sobre una dinosauria que cumple su mayoría de edad.

No hace mucho tiempo, un pequeño vaquero y una gran dinosauria se conocieron por peripecias del destino. Al principio, no eran más que dos extraños que habían coincidido dentro de la Tierra, pero poco a poco, tanto el vaquero como la dinosauria descubrieron que entre ellos estaba naciendo un sentimiento especial. Prácticamente sin darse cuenta, el vaquero se encontró con que necesitaba tener a la gigantesca dinosauria cerca de sí, porque si no le parecía que su vida estaba vacía y sin sentido. Empezó a quererla, así poquito a poco, empezó a precisar su compañía y su tan especial cariño y amor. Sin darse cuenta, como si fuera la amistad la que, juguetona, hilase su seda entre esos dos juguetes tan diferentes y tan parecidos al mismo tiempo... Entonces, un día, el pequeño vaquero se dio cuenta de que había encontrado por fin esa parte que completaba su vida, ese juguete que tenía que compartir sus horas de juego para el resto de su vida; por fin la había encontrado: Trixie estaba allí, ante él. Fuerte, encantadora, amable, amiga, risueña, genial, comprensiva, divertida, valiente... El pequeño vaquero ya la había encontrado, y ya nunca quería dejarla atrás. Quería tenerla junto a él, para que compartiese cada pequeño detalle de su vida. Se había dado cuenta que él siempre la había necesitado, aunque no se hubiera dado cuenta..


Y ahora que Trixie y Woody se conocen y se quieren como nadie, es el turno del pequeño vaquero para desear a esta dinosauria tan especial para él unos 18 años mucho mejores que los 17 que ya he vivido a su lado. Sabe que mi estrella de sheriff palpita con fuerza propia cada vez que estoy a su lado, que me emociono con facilidad si, al sonar cierta música, recuerdo nuestros momentos juntos... Las palabras que existen en mi idioma y en cualquier otro idioma que haya creado el ser humano se quedan pequeñas para expresar todo lo que el corazón de este juguete llamado Woody siente por Trixie. No me lo tomes a mal, pequeña-gran juguete, pero mis coloretes de serie realzan su rojo al decirte que no me quedan palabras. Solo besos que llegarán para acompañarte hasta el 24 de marzo de 2014, cuando renovaré esta tarifa de besos para que te acompañen un año más.

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